Hoy se cumplen 24 años del devastador terremoto ocurrido en el año 2001 en nuestro país y que impactó negativamente en la vida de miles de familias que perdieron a sus seres queridos y sus viviendas. Cientos de familias no lograron respuesta por parte del Estado Salvadoreño para poder recuperarse o ser resilientes ante esta tragedia.
Existen poblaciones en diferentes zonas del país que aún no se recuperan de este suceso por falta de respuesta del Estado Salvadoreño en la atención a infraestructuras públicas o servicios básicos. Los terremotos del año 2001 nos recuerdan hechos drásticos de corrupción y que siguen siendo un flagelo para la población.
Los terremotos del año 2001 nos recuerdan que sigue prevaleciendo en El Salvador un modelo de desarrollo que privilegia la ganancia económica sobre la vida humana y los ecosistemas, generando riesgos y vulnerabilidades, pues siguen otorgándose permisos para proyectos urbanísticos en zonas de alto riesgo, sigue la destrucción a la Madre Tierra con leyes como la recién aprobada ley de minería metálica, que sin duda alguna generará drástica contaminación de ríos y manantiales que abastecen de agua a miles de familias, contaminación y destrucción de suelos e incremento del riesgo de pérdidas humanas por ser una región altamente sísmica.
Sin duda alguna en nuestro país se aprueban leyes que definitivamente promueven la muerte y no el desarrollo.